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Peralta: monumentalidad prehispánica en el Bajío

Vista aérea

Cuando Teotihuacán transitaba la mitad de su época de esplendor y en el sureste florecían ciudades mayas como Tikal o Palenque, en el actual Bajío mexicano se asentaros pueblos aún no identificados que crearon notables ciudades entre las laderas de los cerros.

Testimonios de aquella época perduran en zonas arqueológicas guanajuatenses, como la de Peralta, en el actual municipio de Abasolo, a unos 30 minutos de la ciudad de Irapuato.

La arquitectura de Peralta, que se distingue por su abundante uso de cantera negra, constituye una de las mejores expresiones constructivas de la población que vivió en el Bajío. Dentro de ella se pueden apreciar seis de los ochos distintos trazos de la arquitectura de montículo y patio hundido, con la que sus habitantes dieron forma a un centro cívico y ceremonial de gran carácter.

Peralta, cuya cronología se sitúa en el periodo clásico temprano (entre los años 300 y 900 d.C.) descansa en una extensa planicie aluvial del río Lerma, en la que las poblaciones prehispánicas de la zona pudieron desarrollarse en un generoso entorno natural que aseguró a sus habitantes una gran cantidad de recursos para su subsistencia: agua, suelos fértiles y materias primas como la obsidiana y la riolita.

Las notables similitudes en la arquitectura y en la cerámica de casi 200 asentamientos prehispánicos del estado de Guanajuato que conforman la tradición del Bajío, se explica no sólo por la presencia de un sistema de intercambio regional, sino porque se construyeron determinados espacios bajo un mismo patrón arquitectónico, ya que realizaban en ellos prácticas culturales y rituales similares.

Peralta se destaca por su monumentalidad constructiva, que la ubica entre los seis asentamientos más importantes de la tradición del Bajío y entre los mayores centros cívicos ceremoniales del centro-norte de Mesoamérica.

Su núcleo abarca 75 hectáreas del total de 300 que cubre la extensión total del sitio. Entre las construcciones de este asentamiento destaca el edificio ceremonial denominado Doble Templo, así como el Recinto de los Gobernantes, que cuenta con uno de los mayores patios hundidos y plataforma de la región.

Este espacio fue destinado a la celebración de actos religiosos y como residencia de la clase gobernante, como lo indica la presencia de habitaciones asociadas a entierros humanos, acompañados por ricas ofrendas. Sin duda el elemento más notorio de la plataforma es la estructura de planta circular ubicada en el lado oeste del patio.

Otro conjunto importante dentro del sitio es el conocido como el Divisadero, el cual se integra en un patio de menores dimensiones, delimitado por dos templos en sus extremos este y sur, mientras que una banqueta lateral en forma de L delimita los lados norte y oeste del patio, reafirmando la solidez y monumentalidad de esta edificación,

El Bajío, como todas las regiones de Mesoamérica, se caracterizó por ser una zona habitada por notables ceramistas, quienes produjeron piezas que permanecen hasta nuestros días. Estos especialistas transformaron las arcillas en objetos domésticos ceremoniales y ornamentales con variadas técnicas, formas y decoraciones.

El museo de sitio de la zona arqueológica, que abrió al público en diciembre de 2008, ofrece la posibilidad de apreciar las piezas de la colección cerámica, integrada por piezas encontradas a lo largo de las excavaciones en la zona arqueológica, que van desde objetos diversos de uso doméstico, como cuchillos y piedras de molienda, hasta piezas pintadas en negativo y una extensa ofrenda funeraria localizada en el Recinto de los Gobernantes, con ollas, collares, navajas de obsidiana y puntas de flecha.

En Guanajuato, vive grandes historias.

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